lunes, 17 de junio de 2013

Una dramática semana…

El drama en todo tipo de sus manifestaciones se vivió la semana anterior, que dicho sea de paso, tuvo un cierre terrible, cuando una jovencita empalmense que se dedicaba a “divertirse” perdió una de sus piernas (y quizá pierda la otra) al ser prensada por un vehículo conducido por otro joven que también “disfrutaba” de la vida, en hechos ocurridos en Empalme.
Antes decían “hubo de todo… como en botica”: El asesinato de una jovencita a manos de su padrastro, el suicidio de un chiquillo supuestamente por ser víctima de “bullying”, intentos de privarse de la existencia de otra muchacha, agresiones de mujeres a manos de sus parejas y este terrible percance que cambió de manera abrupta la vida de una muchacha que prácticamente acaba de empezar a vivir.
Muy lamentablemente, nos damos cuenta de que en nuestra región también ya estamos “aprendiendo” a formar parte de las estadísticas que antes sólo eran noticias del día, ocurridas en otros puntos del país menos en los nuestros. Muy lamentablemente también tenemos que ir entendiendo que, absolutamente todo lo que está ocurriendo en estos momentos, es consecuencia muy natural, muy lógica, de la cada vez más abismal diferencia que existe entre la decencia y la cordura con el desenfreno y los excesos.
De manera muy equivocada, el joven de hoy en día, como nunca, entiende que la diversión, la mejor forma de vivir la vida, está en el consumo de drogas, en la desmedida ingesta de bebidas alcohólicas, y en la práctica desenfrenada del sexo. Y como agregado, en desobedecer, uno a uno, los consejos, las recomendaciones, incluso las súplicas, de los padres. El muchacho de hoy en día, como nunca también, cree que parte de su desarrollo como persona es ser literalmente un verdugo de sus padres y hacerlos trizas por y con todo.
Infortunadamente, sólo cuando ocurre una desgracia es cuando las personas reaccionamos. Sólo cuando un hecho nos conmociona al interior de nuestras familias es cuando entendemos que algo hubo mal de raíz y que no se corrigió a tiempo. El pasado fin de semana, una familia más de esta región se integró al grupo de las que sufren terriblemente luego de haber pasado por una experiencia que será inolvidable. Que les cambió las vidas.
Todo esto, sin embargo, no nos lleva todavía a entender que los culpables de lo que pasa somos nosotros mismos como sociedad. El fenómeno, a pesar de que podría ser extraño, lo evidencia día a día: el joven sale a divertirse (a su manera), se alcoholiza, se droga, se convierte en conductor punible, hace desorden en la calle, llega el gobierno a través de la policía y lo detiene, y entonces surgen los padres acusando al gobierno de represor por “abusar” en contra de sus “pequeños”.
Sin embargo, si el “jovenazo”, bajo los influjos de los estimulantes, comete alguna “tontería”, y de igual forma se acusa al gobierno de no haber actuado oportunamente para evitarlo. Es un círculo vicioso que lejos de resolver los problemas actuales los está empeorando. El muchacho puede andar tranquilamente en la calle, aún siendo menor de edad, hasta horas de la madrugada. Los padres aparecemos sólo cuando nos avisan que está en la delegación de policía.
La responsabilidad que en lo particular le adjudico al gobierno es la pobreza extrema en que mantiene a las clases populares. A los limitantes que tenemos quienes trabajamos y ningún dinero nos alcanza para superar todas las adversidades económicas. En la inmensa corrupción que existe en los tres niveles de gobierno. Sí, ahí sí estoy totalmente de acuerdo que el gobierno es el único responsable de que hoy en día padre y madre (y a veces hasta los hijos) tengamos que salir a buscar el sustento diario.
Pero la educación es punto y aparte. El comportamiento y las consecuencias de este en los chamacos es responsabilidad única y exclusivamente de nosotros. Todos decimos a grito abierto que “la educación se mama en casa”, pero cuando nos detienen a algún chamaco por excesos callejeros, los primeros “mamones” somos los padres que corremos a defender lo que no pudimos prevenir a tiempo.

Lo que está pasando en la región debe ser una alerta emergente para todos. Nos estamos excediendo en hechos dramáticos y si no “nos ponemos las pilas”, hoy o mañana nos vamos a estar enterando de algo peor a lo que pasó apenas la semana anterior.